martes, 6 de enero de 2015

Compromiso

Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose el otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero…”
Matero 21:28-31

Una de las cosas que Jesús siempre confrontaba a los fariseos era su religiosidad; pues para Jesús el mensaje del reino de los cielos era algo práctico. El cristianismo es una vida que practica los principios establecidos por Dios.

Al narrarnos Jesús esta parábola, estaba enseñándonos que existe una gran diferencia entre decir y hacer con relación a obedecer la voluntad de Dios.

Aquel Padre les dijo a ambos hijos, vayan hoy… El llamado que Dios hace a nuestras vidas para que le sirvamos es hoy. Muchas veces nosotros estamos tan preocupados por nuestro futuro, por desarrollo laboral, profesional, etc., que muchas veces dejamos el servir a Dios como algo de segundo plano.

El primer hijo dice que se negó a ir, pero luego arrepentido, cambió de actitud y obedeció la voluntad del Padre. Y es que en nuestras vidas siempre estaremos propensos a cometer errores, pecar; pero la misericordia de Dios siempre nos levanta y lo que Dios quiere de nosotros es que tengamos corazones humildes, dispuestos a reconocer nuestros errores y corregirnos y poder agradar al Padre con todo nuestro corazón.

Por el contrario, el otro hijo manifestó que sí cumpliría los deseos del Padre, pero al momento de obedecer, no lo hizo. Y bien dijo Jesús… No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

René Kivitz dice: Aprendí que no debemos creer en lo que las personas dicen, sino apenas en lo que las personas hacen. Esto es prudente. El cristianismo no es una religión de tradiciones no es un sistema de creencias o una carta de intenciones. Es un camino de compromiso y acción. No importa tanto aquello que tú dices o lo que te gustaría ser o hacer, ni aun en lo que crees. Importa lo que tú realmente haces.

Cuando Jesús manifestó en el Sermón del Monte que no todo el que me diga Señor, Señor entrará en el reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad del Padre; estaba definiendo lo que era espiritualidad para Él… Vida práctica. Seguir a Jesús no es una cuestión de intenciones, convicciones o creencias. Es una cuestión de compromiso, de involucrarnos y obedecer a Dios. Es poner en práctica aquello que vamos aprendiendo día a día en su Palabra. Jesús no nos llamó a vivir una religión sino a ser discípulos fieles que están dispuestos a dejarse moldear conforme a la imagen de Jesucristo.

El primero hijo dijo No voy pero fue. Lo que él dijo fue superado por lo que él hizo. Finalmente fue aprobado porque hizo la voluntad del Padre. El otro dijo Yo sí voy pero no fue. Lo que él dijo fue superado por lo que él no hizo. Vemos aquí su falta de verdadero compromiso. Y eso fue reprobado. No hubo excusas. No habla que no lo hizo porque tuvo un problema para hacerlo. Simplemente NO LO HIZO.

Un religioso, que se comporta o se compara a un fariseo sabe de la Palabra de Dios, tiene tal vez buenas intenciones, dice que hará las cosas pero no las hace al final. No vive la Palabra de Dios. Los discípulos de Jesús no se preocupan en hablar mucho. No necesitan porque su manera de vivir grita lo que ellos son.

Mateo 5:37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.


Fernando Dulanto

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Cansado?


¿Cuántas veces, en tu condición de líder, te has sentido muy agotado, estresado, casando y afligido con tu ministerio? Quiero decirte que una de las maneras más rápidas de agotarse como líder es haciendo el ministerio solo.

Hoy en día, vemos muchos pastores y líderes que llegan a un punto en el cual se sienten completamente agotados, piensan que todo el esfuerzo realizado no ha dado los verdaderos frutos que deseaban. Lamentablemente, todo ello sucede cuando pensamos que somos capaces de realizar las cosas por nosotros mismos y que no necesitamos de los demás para poder trabajar en la obra de Dios. Muchas veces también, algunos creen que si dejan que otros realicen alguna función, no tendrán la misma habilidad o capacidad para realizar las cosas de la manera que ellos pueden hacerlo. Y en el peor de los casos, otros no permiten que personas a su alrededor participen juntamente del ministerio porque piensan que pueden superarles y quitarle la posición que han alcanzado.

Detrás de cualquiera de esas realidades, las consecuencias son las mismas; líderes que no quieren avanzar más, que se encuentran cansados y desanimados por los resultados que han obtenido y por ver que no hay un desarrollo y crecimiento en su ministerio.

Bien dice en Eclesiastés 4:9 "Mejores son dos que uno..." y que mejor si son tres, cuatro o cinco. Y es que tenemos que entender algo cierto... "no somos Dios". Solamente Él es todopoderoso y tiene toda capacidad para hacer las cosas por sí solo. Nosotros somos limitados, y como humanos que somos, llegará un momento en que nos debilitaremos por intentar hacer las cosas solos. Pablo, en Efesios 4:11-12, nos dice que Dios constituyó los ministerios para que perfeccionen a los santos, es decir, para que capaciten a los discípulos, a fin de que estén preparados para la obra del ministerio. 

¡Confianza! Es la primera cosa que tienes que aprender a hacer. Si no confías en tus liderados, jamás permitirás que ellos se desarrollen y sean herramientas importantes dentro de tu ministerio. La confianza es una de las virtudes principales que los líderes deben tener, pues a través de ella vamos a tener la seguridad que lo que puedan hacer los otros será igual o mejor de lo que nosotros podemos hacer y vamos a tener la convicción de que ello no será para que haga nuestro ministerio vulnerable, sino por el contrario, que servirá para el desarrollo, crecimiento y edificación de la iglesia de Cristo.

Vidas comprometidas, de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo, son las personas que tenemos que formar para la obra del ministerio. Es nuestra gran tarea. No nos afanemos o desgastemos intentando hacer todas las cosas por nuestra propia cuenta; todo lo contrario, invirtamos nuestras fuerzas para formar personas conforme al corazón de Dios, con las cuales juntamente podamos trabajar para edificar el cuerpo de Cristo.

miércoles, 17 de abril de 2013

Haciendo discípulos!

Hablar de Mateo 28:19-20 nos trae a la mente "La Gran Comisión". Y muchos de nosotros hemos escuchado acerca de este versículo innumerable veces en reuniones y prédicas, pero ¿de qué manera eso es parte de tu vida? Considero que es una gran comisión, pues dentro de este mandato implica varias acciones de nuestra parte: ID, HACER, ENSEÑAR a GUARDAR. 

Mateo 28:19-20: "Por tanto, ID y HACED discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; ENSEÑÁNDOLES que GUARDEN todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Este imperativo es para todo los cristianos, todos aquellos que somos discípulos de Jesús tenemos el llamado de ID; y es que muchas veces se cree o piensa, que el "llamado para hacer discípulos" es para algunas cuantas autoridades dentro de la iglesia. Todos, sin excepción alguna hemos sido escogidos por Dios para cumplir su mandato. 

Vemos aquí que el imperativo no es ir y predicar la palabra, mucho menos ir y hacer actividades evangelísticas. ¡No!, aquellas cosas no son el objetivo principal, pueden ser un medio, pero nuestra misión es HACER discípulos. Y para ello, muchas veces tenemos que tener una disposición de renuncia a nosotros mismos, a nuestro tiempo, nuestros deleites para poder dedicarnos a esta gran misión. El hacer discípulos tiene que convertirse en una pasión la cual realizamos con dedicación y entrega. 

¿Pero, para qué hacer discípulos? ¿Simplemente para llenar congregaciones? ¡No!, tenemos que hacer discípulos para ENSEÑARLES... y ¿enseñarles qué? a GUARDAR la palabra de Dios, a obedecer la palabra de Dios, a poner en el corazón de cada discípulo la misma pasión por el ID, HACER y ENSEÑAR y de esta manera involucrar a todo el cuerpo dentro de esta tarea.

Muchas veces, no cumplimos cabalmente esta tarea encomendada porque no estamos debidamente preparados para ello. Ante ello, en Efesios 4:11-12 vemos lo siguiente: "Y Él mismo constituyó a algunos apóstoles, y a otros profetas, y a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo".

Es decir, Dios constituyó estos ministerios para que perfeccionen a los santos, para que estén preparados para la gran obra del ministerio, para estar preparados para poder cumplir este gran mandato... HACER discípulos. 

Es el deseo de Dios que la iglesia sea edificada, que ésta crezca y glorifique su Santo Nombre. Ahora, para que esto suceda, es necesario preparar a los la iglesia. Muchas veces no se cumple este rol de preparar, no se confía en las personas, no se les permite que puedan ser parte de la edificación. La iglesia se edifica cuando sus miembros se concentran y centralizan sus esfuerzos para realizar dicho objetivo.

Cada uno de nosotros es responsable por la manera como estamos edificando y de qué manera estamos cumpliendo con este mandato de ID, HACER discípulos e ENSEÑAR a GUARDAR. En 1 Corintios 3:10 dice: "Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, otro edifica encima; pero cada uno vea como sobreedifica".

Cada uno vea como sobreedifica. Tenemos que ser consciente de la gran responsabilidad que tenemos delante de Dios en edificar su Iglesia. Hacerlo con responsabilidad significa que tenemos que tener la pasión para ellos, prepararnos y hacer discípulos semejantes a Jesús. 

Tú y yo tenemos al Espíritu Santo quien nos capacita día a día. Meditemos y evaluemos la manera que estamos contribuyendo y edificando la Iglesia. De todas esas cosas daremos cuenta a Dios. 

martes, 2 de abril de 2013

Rompe tu burbuja!

Fuimos llamados y escogidos para ser luz y sal de la tierra.
Luz para alumbrar aquello que está en oscuridad, y sal para dar sabor a aquello que está insípido.
Cada uno de nosotros es colocado en lugares estratégicos para poder dar a conocer la Palabra de Dios. Para que muchos puedan conocer de Jesucristo.
Sin embargo, algo muy peculiar sucede muchas veces con muchos cristianos, y es que vivimos con si estuviésemos dentro de una burbuja, vivimos nuestro mundo, sin importarnos las personas a nuestro alrededor. Me preocupo simplemente por llevar una vida íntegra delante de Dios, pero lo que pueda suceder con las personas a mi alrededor no es de mi mayor interés.
Actitudes como esa son contrarias a aquello que Jesús nos demanda.... "vayan y hagan discípulos a todas las naciones".... "Hacer discípulos en mi trabajo, en mi escuela, en mi barrio, en todo lugar donde Dios me coloque... ahí debo brillar"
Efectivamente, hemos sido salvados por la gracia de Jesucristo y tenemos que cuidar esa salvación. Pero, la carga más grande que tenemos hoy son vidas... vidas que necesitan ser alcanzadas y a las cuales tenemos que mostrarle el amor de Dios.
Existe tanta necesidad, y aún no comprendemos muchas veces el propósito para el cual fuimos escogidos, y por el contrario, preferimos seguir viviendo dentro de nuestra burbuja.
Dios derramado en nosotros poder a través del Espíritu Santo y así como dice en Hechos 1:8, para anunciar su reino en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta en lo último de la tierra, es decir, anunciar su reino en mi localidad, en las ciudades próximas, en mi país y a todas las naciones.
Rompe tu burbuja, sal de tu comodidad y empieza a vivir una vida con propósitos... una vida para lo cual fuiste escogido. Ser sal y luz de la tierra.... hacer discípulos!!!!!!!

domingo, 24 de febrero de 2013

Dependiendo de TI


"Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y escudo; en Él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré". 
Salmos 28:6-7

¿Cuántas veces nos hemos sentido frustrados y hasta solos, ante la necesidad de una respuesta de Dios en situaciones adversas? Hemos orado y orado y parece que nada acontece, sentimos que Dios no nos oye, no nos atiende. Esas situaciones muchas veces hacen que nuestra fe flaquee, que nuestra frustración nos aleje de Dios. 

Bien nos decía Santiago que la prueba de nuestra produce paciencia; y es que como seres humanos que somos necesitamos aprender a confiar en Dios con todo nuestro corazón. Saber y creer que Él está con nosotros en todo tiempo, en toda circunstancia, en todo lugar, es importante porque aprenderemos a vivir por fe. 

Dependencia. Es a lo que no estamos acostumbrados como hombres. Pensamos que tenemos la libertad para hacer lo que mejor nos parezca y que no necesitamos la ayuda de nadie para tomar decisiones. Nuestra naturaleza nos impide que seamos dependientes de Dios de manera natural.
Cuando nacemos, vamos creciendo y necesitamos de ayuda para comer, para vestirnos, para caminar, para hacer todas las cosas, mas conforme vamos creciendo, aprendemos a desenvolvernos individualmente y llegamos a pensar que no necesitamos de más nadie. Esa actitud independiente que por naturaleza tenemos nos impide que confiemos en Dios a plenitud.

Lo que Dios quiere, es que dejemos guiar nuestros pasos de la mano de Dios. Él sabe qué es lo mejor para nosotros, Él sabe que es lo que más nos conviene. Confiemos en su Palabra, creamos en sus promesas y viviamos para servir y alabar a Dios, porque Él nos ayudó en todo tiempo.

viernes, 1 de febrero de 2013

Hasta aquí me ayudó el Señor!

¿Cuál es nuestra reacción cuando te encuentras frente a una dificultad o problema?

Con certeza, muchos de nosotros nos afligimos, vivimos preocupados, viendo el lado más complicado de las cosas y nos olvidamos de aquello que hemos vivido, nos olvidamos de como Dios siempre fue fiel a su Palabra y él siempre está cuidando de nosotros. 


Cuando Dios había dado la victoria al pueblo de Israel contra los Filisteos, Samuel tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen y la llamó "Ebenezer", diciendo hasta aquí nos ayudó el Señor.


Esta piedra tendría un significado muy importante para el pueblo de Israel, pues podían pasar los años, pero cada vez que el pueblo veía esa piedra recordaba las maravillas que Dios había hecho y la victoria que les había dado. Esto era un motivo de alegría, pues ellos sabían que hasta ese momento Dios les había ayudado y sabían que podían seguir confiando en aquel Dios poderoso de sus padres.


De igual manera, nuestras vidas deben tener siempre presente todas aquellas victorias que Dios nos ha dado durante nuestro vivir, pues a través de éstas podemos inyectarnos de fe y decir que Dios nos ayudó en otros tiempos en circunstancias difíciles, que él nos libró de tantas cosas y que ahora Él también puede hacer los mismos milagros que hizo antes.



Dios no cambia, Él es el mismo ayer, hoy y siempre y es fiel a su Palabra... Solo tenemos que creer, no dejar que los problemas o dificultades sean los monstruos que nos impiden avanzar, por el contrario, veamos los problemas siempre teniendo en nuestros corazones aquello que Dios ha hecho por nosotros y sabiendo que en Cristo somos más que vencedores...

miércoles, 4 de abril de 2012

El poder que opera en nosotros


“… para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”.
                                                                                                                                          Efesios 3:16-20

Pablo nos habla de que seamos llenos de toda la plenitud de Dios y todo ello según el poder que actúa u opera en nosotros; pero, ¿Cuál es el poder que opera en nosotros? ¿Para qué nos sirve ese poder?

Claro está que Dios no se limita o considera el poder natural que hay en el hombre para hacer las cosas que Él desea hacer, pues el poder natural del hombre es limitado. Y aunque Dios pueda realizar las cosas por sí mismo, muchas veces él quiere obrar a través de nuestras vidas según SU poder y no por nuestras fuerzas físicas o intelectuales.

Es que jamás, el poder del hombre podrá igualarse a la magnitud que puede ministrar el poder que emana de Dios. Nuestras limitaciones y la dureza de nuestros corazones son el principal impedimento de ello. Es por ello que Dios busca corazones quebrantados, sobre los cuales será posible evidenciar la experiencia del poder de Dios obrando en ellos. Para ellos es necesario centrar nuestras prioridades en las cosas de Dios, preocuparnos por la obra y sin duda alguna Dios se encargará de responder cada una de nuestras necesidades.

Existen diversas fuentes de poder espiritual al alcance de la iglesia, que nos permitirán poder alcanzar aquello que Pablo nos menciona en Efesios 3:20.

1   La Oración: Cuando oramos, hablamos con Dios; nos comunicamos con él y su presencia se manifiesta en nuestras vidas. Es a través de la oración que aprendemos a conocerle, que tenemos parte de él en nuestras vidas. Es por medio de la oración, que los hijos de Dios, alcanzamos el poder sobrenatural que proviene del Padre. La Biblia nos presenta una serie de ejemplos de hombres de oración, tales como Moisés, profetas, Jesús y los discípulos. Hombres que nos enseñaron que teniendo una vida de oración es posible vivir en la presencia de Dios y hacer cosas sobrenaturales, guiados por el poder de Dios.

a.   Moisés: Éxodo 33:11, Moisés hablaba de una manera tan personal con Dios, tan íntima que nos dice las escrituras que era cara a cara, como habla cualquiera con su amigo.
b.  Profetas: Daniel 6:10, Daniel era un hombre de oración, y a pesar de cualquier dificultad el buscaba la presencia de Dios 3 veces al día, daba gracias y el poder sobrenatural de Dios estaba en él.
c.     Jesús: Lucas 5:16, Jesús separaba tiempo especial y a solas para poder tener comunión con el Padre.
d.    Discípulos: Hechos 12:5, Hechos 16:16. Los discípulos se mantenían siempre en constante oración en todo tiempo y circunstancia.

Ejemplo tenemos que por medio de la oración, la presencia de Dios se manifiesta en nuestras vidas y su poder sobrenatural opera en nosotros de manera inmensurable.

2   Ayuno: Más que un simple dejar de comer; debemos entender el ayuno como la aflicción de la carne en favor del espíritu. Siempre tenemos que tener un propósito en nuestros ayunos, de la misma manera que se nos muestra en algunos hombres de la Biblia.

a.    Jesús: Mateo 17:21, Fue enfático en señalarnos que hay cosas espirituales que requieren de preparación espiritual y el ayuno nos lleva a ese nivel.
b.   Pablo: 2 Corintios 11:27, Pablo tenía una vida de constantes ayuno a fin de poder ser lleno del Poder de Dios y actuar investido de ese poder, no por fuerzas propias.
c.   Ester: Ester 4:3, El pueblo ayunaba porque estaban contritos y necesitaban fortalecer el espíritu.
d.  Daniel: Daniel 9:3, Daniel ayunaba para que el poder sobrenatural de Dios operase grandemente sobre su vida y puede bendecir al pueblo.
e.  Moisés: Éxodo 34:28-29, Estuvo en ayuno para ser revestido con el poder de Dios, y dice que su piel resplandecía pues había estado en la presencia de Dios.

3  Unidad: Esta palabra proviene del Latín integritate, que significa la cualidad de alguien o algo ser íntegro (entero, completo, no faltando nada) de conducta recta, persona de honra; contrario al significado de parcialidad.

Para realmente tener unidad, necesitamos estar completos, enteros, completamente integrados y poder dar el verdadero sentido de lo que significa la unidad. Ninguna cosa podrá tener el poder suficiente cuando no se hace en unidad. Las cosas no funcionarán si no nos entregamos completamente a la causa que nos involucra.

Dios se manifiesta con poder donde hay unidad. De la misma manera que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son UNO, Dios quiere que nosotros como su iglesia vivamos en unidad y así Él pueda manifestarse con poder sobre su pueblo, obrando maravillas. Fue la oración de Jesús en Juan 17:23, que seamos uno para que el mundo crea en él y en el Padre. Es como el matrimonio, cuando hay unidad, las cosas funcionan correctamente; de lo contrario se convierte en algo insoportable para ambos. Para andar en unidad, demanda de obediencia para así poder llegar a la estatura de Cristo (Efesios 4:13). La unidad nos permitirá alcanzar las promesas dadas por Dios a nuestras vidas, teniendo una vida de victoria y la manifestación del poder de Dios a través de cada uno de nosotros como un pueblo unido.

Entendamos que cuando hablamos de unidad, no simplemente nos referimos a la unidad presencial sino esencialmente a la unidad del espíritu (Efesios 4:3). Es la unidad del espíritu que nos permitirá vivir una vida de poder.

Sin el poder de Dios sobre nuestras vidas no podemos hacer nada; pues, para que Dios obre en nosotros es necesario estar investidos de ese poder. Es así que Dios hará cosas infinitamente grandes por el poder que opera en nosotros. Busquemos cada día de aplicar estas fuentes de poder en nuestras vidas y dejar que fluya en nosotros. 

miércoles, 24 de agosto de 2011

Amigo Infalible

¿Cuántas veces has confiado en alguien y ha traicionado tu confianza?


Es doloroso cuando las personas en quienes has depositado tu confianza, y de la manera que menos te imaginas, te dan la espalda cuando más los necesitas o divulgan algún secreto que has confiado únicamente a ellos. Realmente, es difícil entender cada una de esas situaciones y como seres humanos que somos nos vemos vulnerados ante aquellos hechos. Lo cierto es que, mientras nuestra confianza sea depositada simplemente en el hombre, siempre existirá la posibilidad de que las personas nos fallen, pues lamentablemente nuestra naturaleza imperfecta nos hace falible.
Sin embargo, hay alguien que jamás ha fallado, que nunca falla ni fallará; Dios. Dice las Escrituras que cielo y tierra pasarán, mas las Palabras de Dios nunca pasarán. Las promesas de Dios son reales y él las cumplirá. Entender la fidelidad de Dios es inexplicable, escapa de nuestro razonamiento. ¿Cómo, nosotros siendo tan imperfectos, podemos contar con alguien que mantiene y cumple su palabra fielmente.

Isaías 54:10 nos dice: "Porque los montes se moverán, y los collados temblarán pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia". Dios no quebrantará su pacto con nosotros. Él mantiene su promesa a nosotros y por su gracia podemos verle como amigo, a quien podemos abrirle nuestros corazones y en quien podemos confiar sin restricciones en todo tiempo; en los buenos y malos momentos. En Dios podemos tener la seguridad de que es alguien a quien podemos recurrir a cualquier hora del día, confiando hasta la situación más crítica que podamos atravesar.
Para llegar a tener esa confianza plena y sin reservas en Dios, al igual que en un relacionamiento entre dos personas, debemos cultivar y desarrollar esa amistad, relacionamiento entre nosotros y Dios; pues, cuanto más vamos conociendo a Dios, más empezamos a confiar en Él. Es en el cultivar de ese relacionamiento fluido que empezamos a conocer de cerca el gran amor de Dios por nuestras vidas, cuanto le importamos y el propósito que tiene trazado para cada uno de nosotros. En estas circunstancias aprendemos a sentir plena confianza en Dios y no tememos porque sabemos que Dios está con nosotros; no desmayamos porque sabemos que Él es nuestra fortaleza que siempre nos ayudará y siempre nos sustentará con la diestra de su justicia.
Lo interesante de todo esto es saber que cuando abrimos completamente nuestro corazón a Dios, podemos tener la seguridad que Él no nos fallará y que comenzará a obrar en nosotros en la medida que le permitamos a fin de que podamos ser cada día más como Jesús.
Reflexionemos en el siguiente versículo de Efesios 3: 20-21: "Y aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros; a él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén"
Nuestras vidas le pertenecen, y vivimos para glorificar su nombre. Sin embargo, Dios siempre quiere que seas tú quien te dispongas y permitas que Él sea todo en tu vida. ¿Estás dispuesto a hacerlo y a tener al mejor e infalible amigo que hay?

miércoles, 17 de agosto de 2011

Focalizados en lo primordial

Colosenses 3:1-3: “Si,  pues,  habéis resucitado con Cristo,  buscad las cosas de arriba,  donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba,  no en las de la tierra. Porque habéis muerto,  y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.


Cuando nacemos de nuevo, algo sorprendente acontece con nosotros; las cosas viejas pasaron, ahora todas son hechas nuevas. Nuestras prioridades de vida ahora son otras; hacer la voluntad de Dios. Pablo, cuando nos dice que pongamos la mira en lo celestial nos pide que nuestra motivación de vida tiene que ser aquello que va a repercutir en nuestra eternidad.

Muchas veces nuestras vidas están lejos de ello porque estamos focalizados en las cosas terrenales y es en ese momento cuando nuestros estudios, trabajos, viajes, bienestar económico, entre otros, se convierten en grandes excusas para concentrarnos en aquello que debería tomar nuestra mayor atención. Y es que, cuando todas estas cosas no tienen un propósito correcto en nuestras vidas, llegan a convertirse en un poderoso distractor de la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Los tiempos que vivimos están difíciles y cada vez más el enemigo utiliza las más sutiles artimañas para entretener a los hijos de Dios y alejarnos de la voluntad perfecta de Dios.

¿Qué hacer frente a ello? Algo urgente y determinante debe ser considerado por cada uno de nosotros; y entender que lo espiritual es vital para cada uno de nosotros y debe ser aquello que nos llene de alegría, gozo y amor. Una vida llena de la presencia de Dios, es una vida que realmente busca las cosas celestiales; y no hablo de fanatismo desorbitante, sino de un estilo de vida que marca el ritmo de vida de nuestro día a día, una vida que se desarrolla naturalmente a través de la llenura del Espíritu Santo, el mismo que nos hace entender que si estudiamos, trabajamos o lo que fuere, servirá para cumplir el propósito de Dios para nuestras vidas en la tierra. Una vida de oración, de estudio de la Palabra de Dios, de ayuno, de misericordia, de comunión unos con otros; todo ello va a repercutir grandemente sobre nuestras vidas. Buscar la presencia de Dios debe ser la razón de nuestra existencia.

Sea esta nuestra motivación: Porque ahora estamos muertos para las cosas de esta vida, pues ya no vivimos nosotros sino Cristo en nosotros. Entendamos aquello para lo cual realmente Dios nos ha escogido y llamado; obedezcamos su voz.

jueves, 14 de abril de 2011

Resistid al diablo y éste huirá

Quien pensó que siendo cristiano no tendría ningún tipo de problemas o que sería inmune a las tentaciones, se equivocó. El mismo Jesús nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicciones y que de ninguna forma los problemas desaparecerían. Asimismo, es una realidad que siempre estamos siendo tentados mientras estemos en este mundo, ya que nuestra carne siempre resistirá al Espíritu.

Ante esto, ¿Qué será, entonces, de nuestras vidas? ¿Cómo podremos sobrellevar todo aquello? El apóstol Pedro nos enseña en el capítulo 5, versículo 8 de su primera Carta, que seamos sobrios y velemos, porque nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. Es evidente que enemigo está viendo la manera de hacernos caer y que nos sintamos derrotados.

Asimismo, Santiago señala en su epístola: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros”. Es decir, cuanto más dependamos y busquemos de Dios, nuestro espíritu estará lleno de la presencia de Dios y nuestra carne no nos dominará. Mucho tiene que ver la actitud que tomemos cada uno de nosotros, ya que es necesario que aprendamos a tener una disciplina en nuestras vidas y no nos dejemos vencer por el cansancio, flojera u otras prioridades que se presenten en nosotros.

Cuando la oración, ayuno y estudio de la Palabra se vuelven disciplinas espirituales determinantes en nuestras vidas, nuestro espíritu se alimenta y nuestra carne comienza a menguar; resistimos al diablo y éste huye. De esta manera aprendemos a tener un corazón perfecto conforme al corazón de Dios. Perfección hace referencia a integridad, un corazón apartado para Dios, dedicado y entregado a Él. En 2 Crónicas 26-.9 dice que los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Seamos esos hombres que Dios está buscando, y aprendamos cada día a vivir de manera íntegra para el Señor, con un corazón apartado y rendido completamente a los pies de nuestro Redentor.

Una cosa tenemos que tener en claro, y es que siempre viviremos adversidades y que nos veremos enfrentado a situaciones que confrontarán nuestra fe e identidad; mas por encima de todo ello tenemos que estar y permanecer firmes en nuestro sustentador, Jesucristo, buscando que agradarle cada día, aprendiendo a depender completamente de Él. De esta manera, el enemigo huirá de nuestras vidas y el poder de Dios se manifestará sobre nuestras vidas sobrenaturalmente. Es posible, pues, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece; todo por Él, en Él y para Él. Sin Él nada somos.