martes, 11 de mayo de 2010

Aprendiendo a amar

2 Tesalonicenses 3.5: “Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios y a la paciencia de Cristo”



Amar como Dios ama y tener la paciencia de Jesucristo, es lo que debemos anhelar cada día para nuestras vidas. Arda en nuestro corazón el deseo de que nuestras vidas puedan ser moldeadas conforme al corazón de Dios.

Pero, ¿Cómo ama nuestro Dios? ¿De qué manera tenemos que amar? Juan 3.16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su unigénito Hijo, para que todo aquel que en Él crea no se pierda, sino tenga vida eterna”. Imagínate, cuán grande amor el de Dios, dar a lo que más amaba, a su unigénito Hijo, para que por medio de Él podamos tener vida eterna y ser llamados también Hijos de Dios. Dispuesto a dar lo más valioso que tenía por amor de los demás, por amor de una generación llena de pecados, que vivía de espaldas a Dios. ¿Estamos dispuestos a dar nuestras vidas por nuestros hermanos? ¿Estamos dispuestos a dejar nuestros logros, familias, estudios, trabajos, con el fin de que otros puedan ser salvos por nuestras vidas? ¿Hasta que punto sabemos amar?

Amor implica mucho más que un abrazo con una sonrisa, es mucho más que una palabra o un sentimiento; es una actitud. Actitud que implica una entrega, sacrificio y muerte de nuestro ego. Es amar más allá de nuestros sentimientos, pues de qué me sirve solamente amar a quien es bueno conmigo. El verdadero amor nos lleva a amar a nuestros amigos, prójimo y enemigos. Ese es el verdadero amor, aquel que cuesta la vida, aquel que lo sufre todo, que lo espera, que lo entrega…

Me pregunto qué vio Dios en nuestras vidas para merecer tanto amor. Y sin lugar a dudas me respondo que nos amó por su infinita gracia; gracia que no ve méritos, condición social, raza, etc. Así también nosotros debemos aprender a amar; sin hacer distinciones, pues de la manera que queremos ser tratados o amados, así tenemos que amar. Sean buenos, sean malos, sean fuertes, sean débiles, nuestro amor por todos debe ser el mismo.

Solo amando como Dios ama, seremos capaces de poder estar dispuestos a rendir nuestras vidas por la salvación de muchas almas y ver la humanidad como la ve Dios.

Oremos cada día para que Dios pueda darnos un corazón tierno, manso y lleno de misericordia como el de Él.

¡¡Prosigamos a la meta!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario